El pico de Rubiales: ¿Elías Ahúja 2.0?

La selección española se ha alzado con el trofeo de la Copa Mundial Femenina de Fútbol tras derrotar a Inglaterra con un gol de Olga Carmona en el minuto 29.

Sin embargo, el buen desempeño del combinado femenino se ha visto empañado por la politización del evento desde el minuto 1.

En un primer momento, los colectivos feministas y otros sectores progresistas protestaron porque la selección no gozara de la misma atención que su homóloga masculina, desconociendo que el fútbol masculino lleva más tiempo arraigado. Después, una vez (en gran parte debido a la calidad de nuestras futbolistas) la atención de toda España estaba puesta en ellas, se adueñaron de sus logros, quitándoles a ellas el mérito, diciendo que era una conquista feminista y convirtiendo a nuestras jugadoras en una mera causa.

El grado de politización llegaba a absurdos como el siguiente:

Al margen de que sea un bulo que la gente de derechas repudie a las minorías, las únicas personas pendientes de la raza de cada uno en este evento han sido los progres, que no entienden que el fútbol sirve para unir y ellos lo están empleando para separar. Independientemente de que al igual que Salma, Ignacio Garriga, secretario general de VOX, es de padre catalán y de madre guineana, el fútbol nos permitía celebrar un gol de Iniesta siendo del Madrid o una parada de Casillas siendo del Barça. Nos permitía desentendernos al menos durante un día de los conflictos territoriales y poder celebrar con la bandera de tu país sin que te llamen facha, pero todo lo que toca el feminismo lo corrompe.

Para la inmensa mayoría de los votantes de VOX, esto es otro trofeo para España. Para ellos, relato de género y un instrumento para hacer política.

Además queda patente que no les interesa el fútbol, que seguramente no sepan que es un fuera de juego, un carrilero o un córner, y prueba de ello es que desconozca que ya han habido futbolistas negros en nuestra selección como Marcos Senna. Y sobre todo queda claro que esto no va de fútbol cuando han desviado la atención del mérito que supone ganar para nuestra selección femenina al beso de Rubiales, empañando todo lo demás.

Comentábamos al principio que esto bien puede tratarse de un caso Elías Ahúja 2.0. Para dar contexto resumiremos brevemente que fue lo que sucedió allí. Como novatada se lanzaban cánticos entre los colegios mayores que a su vez obtenían respuesta. Sin embargo, se mostraron únicamente los que eran dirigidos por parte de los varones a las mujeres, de tal manera que se creó un debate artificial porque la información llegó sesgada a la ciudadanía. Las supuestas víctimas mostraron no haberse sentido afectadas, quitándole hierro al asunto y comentando que era una tradición, pero a pesar de ello la fiscalía actuó (aunque acabó archivando todo) y no se tuvo en cuenta la opinión de las supuestas agraviadas, que fue la siguiente:

Y ahora vamos con los hechos que se están comentando:

Al conseguir el pase a final, Rubiales besó a Jorge Vilda. El tema aquí no generó mayor controversia:

La controversia llegó marcada cuando decidió hacer lo mismo con Jenni Hermoso:

Y al igual que sucedió en el caso Elías Ahúja, la supuesta agraviada también se pronunció, al igual que su hermana y su madre. Y al igual que en el caso del Elías Ahúja, sus testimonios tampoco han sido tenidos en cuenta:

Y ahora vamos a ver la catarata de reacciones:

La ministra de igualdad no podía faltar en una cita tan importante, mucho más importante para ella que la final:

De lo dicho por la ministra de igualdad llaman la atención varias cosas. La primera, que obvie el contexto y analice el suceso a brocha gorda, dando por sentado que no ha habido consentimiento. No sabemos la relación que hay entre Rubiales y Hermoso, que puede ser de amistad, romántica o de cualquier otra índole. Lo segundo, la presunta víctima le quita hierro al asunto igual que su familia, pero asume que se ha producido una agresión. La tercera, llamar a esto agresión. Banalizar con este término pone al mismo nivel a la persona que es penetrada a la fuerza y con intimidación que a la persona que es besada pero peor aún, pone al mismo nivel al que penetra por la fuerza que al que da un beso en un momento de celebración y lo hace la mujer que ha excarcelado a más de cien agresores.

Y ante esto, como una imagen vale más que mil palabras, vamos con tres imágenes de la pareja de la susodicha:

Lo que la ministra estaría buscando es castigar de manera ejemplar a Rubiales, disciplinarlo, para mandar un mensaje a la ciudadanía, el mensaje de que los hombres tienen la espada de Damocles sobre sus cabezas a la hora de interactuar con las mujeres. Algo que podría justificarse con un buen fin, proteger a las mujeres, pero que en la práctica crea más problemas que soluciones especialmente si no somos capaces de reconocer que existen los contextos. Pocas cosas más anticlimáticas en una cita entre dos personas que que el hombre le formule la siguiente pregunta a la mujer antes de darse el primer beso: “¿me autoriza a besarla?”. Situación muy diferente a que un desconocido te bese en un despiste.

Hay soluciones mejores que el punitivismo que Irene plantea, como enseñar respeto y educación, con independencia del color, la orientación, la percepción o el sexo de las personas. Además, para un agresor, que se castigue o no a Rubiales no va a cambiar nada. Estamos creando el relato de que hay que criminalizar a todos los hombres mientras se le reduce la condena a los que sí son criminales.

También Echenique se ha querido pronunciar y ha recibido el siguiente zasca:

Y antes de valorar lo que sucede cuando quien besa es la mujer y quien recibe el beso es el hombre, conviene aquí reflexionar sobre la salud mental. Imaginemos que Jenni Hermoso, su madre y su hermana no se hubiesen pronunciado. Aceptemos que ha sido abusada y que tiene intención de denunciar. En este supuesto, deberíamos como sociedad velar por su salud mental y no revictimizarla recordándole en redes sociales, medios y prensa continuamente lo que le ha pasado. Incluso aceptando la situación hipotética que plantean las feministas estaríamos causándole un sufrimiento innecesario.

Otra prueba de que esto no va de fútbol, que va de hacer política y arruinar la celebración es que esta otra noticia quedó opacada por los gritos de las feministas:

Se conoce que una mujer adulta está más indefensa que un menor, o que de aquí no puedan rascar votos.

Finalmente vamos a ver qué pasa cuando quien besa sin consentimiento es una mujer:

En este caso nadie puso el grito en el cielo. Esto es percibido como una chanza, una broma, causa risa y nadie se pregunta como se ha sentido él, demostrando una vez más que no importa el qué, si no el quién.

Miguel González Lince TV.

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